Amazonas

CALLE DE LAS AMAZONAS: El nombre de esta pequeña calle ya aparece en el plano de Espinosa de mediados del siglo XVIII. Se cuenta que con motivo de la entrada solemne de la reina Isabel de Valois en Madrid, fueron celebrados unos festejos en la corte, entre los que destacaron una comparsa de amazonas que, armadas con arco y flechas, ejecutaron a caballo toda una serie de ejercicios y acrobacias en los que demostraron gran habilidad. La calle empezó a ser conocida en aquellos tiempos bajo la denominación de Corral de las Amazonas, debido a que el corral en el que practicaban y guardaban a los caballos estaba situado en esta misma rúa, llegando a nuestros días solo con el nombre de Amazonas. Una versión más sencilla apunta a que el nombre se le dio con motivo del descubrimiento del río Amazonas en el año 1541 por Francisco Orellana y Gonzalo Pizarro.

De acuerdo con la tradición, Ruiz de Luna interpretó para esta calle la comparsa de las amazonas, representada mediante dos figuras femeninas ecuestres enfrentadas entre sí y armadas con arcos y flechas, tal y como las describe el historiador antiguo Heródoto. El tema de las amazonas aparece con frecuencia en el arte antiguo, en el que abundan las amazonomaquias, escenas de combate del ejército de las Amazonas. Asimismo, en escultura suelen aparecer de forma individual, pues algunos de los más célebres escultores clásicos como Fidias, Cresilas o Policleto así lo hicieron. Estas representaciones parecen desmentir la afirmación de la leyenda, según la cual, las amazonas se amputaban uno de sus pechos para facilitar el disparo con arco. En el caso que nos ocupa, las guerreras se muestran de perfil, dejando a la vista del espectador tan sólo uno de sus senos, por lo que se mantienen al margen de la dicotomía mencionada. Este recurso de mostrar de perfil a personajes con algún rasgo conflictivo es una técnica que ya se ha usado en alguna ocasión a lo largo de la historia del arte. Sin ir más lejos el propio Diego de Velázquez lo aplicó en La fragua de Vulcano, en la que según el mito los ayudantes del taller del dios eran los cíclopes.

© 2018 Julio Barba Fernández. Colegio Lourdes, Calle San Roberto, Madrid, 28011
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